El tema de los procesos de desinfección siempre ha sido fundamental para la prevención en el campo sociosanitario y, más aún, en el campo clínico. Estas medidas se implementan para reducir el nivel de contaminación microbiana y patógena de hospitales, policlínicos y clínicas.

En estos últimos, son los sujetos más vulnerables los que están más expuestos al riesgo de contaminación, como en el caso de las infecciones contraídas por los pacientes en hemodiálisis, de las que hablaremos a continuación.

En AMIL Care pensamos que es fundamental reflexionar sobre el tema de las infecciones en pacientes en hemodiálisis. Por ello, hemos decidido dedicarte un artículo, pensado para ayudar en la labor de profesionales como los responsables de compras en hospitales, responsables de gestión de equipos médicos, ingenieros clínicos (AIIC), responsables de seguridad e higiene (HSE), gestores de riesgos clínicos administradores (es decir, administradores de riesgos).

¿Qué es la hemodiálisis?

Procedemos paso a paso. En primer lugar, la hemodiálisis se refiere principalmente a la diálisis de pacientes que padecen insuficiencia renal. Una vez que los riñones ya no pueden llevar a cabo sus funciones de regulación, eliminación de desechos y producción de hormonas, es necesario intervenir para evitar daños irreversibles en el cuerpo. Aquí es donde entra la hemodiálisis para sustituir las funciones que se realizan de forma natural.

La hemodiálisis, por lo tanto, actúa como un método “extrarrenal” de purificación de la sangre. Más técnicamente, el proceso se lleva a cabo a través de una membrana que hace el papel de un “riñón artificial”, que permite la eliminación del líquido “contaminado” y su posterior reintroducción en el organismo.

Esto requiere una desinfección impecable de instrumentos, líquidos y membranas, así como del propio entorno clínico.

La importancia de la desinfección de los equipos de hemodiálisis

Especialmente en el mundo de la hemodiálisis, un tratamiento que requiere el uso de herramientas externas, las infecciones asociadas a la asistencia sanitaria (IAAS) suponen un riesgo importante. Estos pueden ser endógenos (internos al cuerpo) o exógenos (externos), pero son estos últimos los que hacen que los pacientes en hemodiálisis sean particularmente vulnerables.

La transmisión de HAI puede ocurrir de muchas maneras, desde la contaminación del aire hasta la utilización de instrumentos no estériles. Entonces, si bien las nuevas tecnologías médicas son cruciales para tratar afecciones graves, no deben convertirse en una fuente de complicaciones adicionales.

En consecuencia, los lugares donde se realiza la hemodiálisis, a partir de los ambulatorios, las estructuras hospitalarias y, en general, las clínicas especializadas, deben someterse a un escrupuloso procedimiento de desinfección que pueda evitar la aparición de microbios y patógenos. Si bien las HAI no se pueden prevenir por completo, la higienización, la esterilización y el control adecuados del equipo de diálisis pueden reducir drásticamente la probabilidad de exposición a tales infecciones.

El primer paso hacia una desinfección óptima

Teniendo en cuenta la mayor vulnerabilidad de los pacientes de hemodiálisis y los lugares donde se realiza, el primer paso puede parecer trivial, pero es crucial: lavarse las manos. Este simple gesto puede reducir significativamente el riesgo de recontaminación de instrumentos ya esterilizados.

Otro paso fundamental es el uso de tecnología avanzada. Los instrumentos de nueva generación, equipados con sistemas que previenen la contaminación, como la tecnología ‘no touch’, que elimina cualquier contacto físico, son esenciales para preservar el ambiente esterilizado.

¿Cuáles son los procesos centrales de desinfección de equipos de diálisis?

En primer lugar, los procesos se pueden dividir en físicos, químicos y mecánicos. La aplicación de estos procesos se divide generalmente en las denominadas ‘fases de desinfección’. Veámoslos con más detalle.

El proceso físico de desinfección

El proceso ‘físico’ de desinfección se refiere, por ejemplo, al uso del calor como factor desinfectante. En la práctica, se trata de hacer circular el agua en los ramales hidráulicos de los instrumentos a una temperatura superior a 85° C. Además, la creación de vapor permite llegar a puntos inaccesibles solo por líquido.

El uso del calor también se puede asociar a elementos químicos para una mayor eficacia. En particular, el calor puede combinarse con Ácido Cítrico, una solución que permite una desincrustación eficaz del equipo.

El proceso químico de desinfección

La desinfección mediante un proceso ‘químico’, por el contrario, permite obtener resultados específicos, en función del agente utilizado o de las cualidades de la sustancia aplicada. Sin embargo, se requiere una adecuada proporción de dilución y distribución de dichos productos, así como su estacionamiento. Por lo tanto, se pueden utilizar diferentes tipos de productos desinfectantes. No obstante, es igualmente recomendable tener cuidado en el uso de estas sustancias químicas: algunas pueden dañar el equipo debido, por ejemplo, a su difícil eliminación de los circuitos durante la fase de lavado. Por ello, los fabricantes de equipos de hemodiálisis han elaborado una clasificación de los productos de desinfección en sus respectivos manuales.

Sin embargo, en lo que respecta a la protección de los instrumentos de hemodiálisis de la contaminación del aire, el peróxido de hidrógeno, comúnmente conocido como peróxido de hidrógeno, es esencial. El uso de esta sustancia permite la eliminación de todo tipo de microorganismos, como bacterias, virus, esporas, hongos, TB y biófilo. Los ingredientes activos, concentración, tiempos de contacto y métodos de uso de estas sustancias deben en todo caso cumplir estrictamente con lo informado en los manuales.

El proceso mecánico de desinfección

El tercer tipo de desinfección se denomina proceso ‘mecánico’. Este término se refiere a los procedimientos de manejo de los equipos que permiten su desinfección automática. En primer lugar, la sincronización del proceso mecánico es fundamental: el proceso de desinfección debe realizarse al final de cada sesión, antes de comenzar una nueva y después de un período de inactividad. Además, el operador juega un papel crucial al monitorear y verificar el ciclo automático de desinfección y el consiguiente ciclo de lavado.

Además, para evitar cualquier tipo de contaminación de los propios circuitos hidráulicos, se deben revisar periódicamente los ultrafiltros con los que cuente cada aparato, tanto en las membranas de entrada como de salida de los líquidos. Por ello, se recomienda comprobar previamente la tolerancia de los filtros al tipo de desinfectante utilizado, tal y como se especifica en los manuales de los equipos. Incluso si a menudo se pasa por alto, la rama de suministro de agua requiere una desinfección a fondo.

Siguiendo estos procedimientos de desinfección, ya sean físicos, químicos o mecánicos, es recomendable realizar controles escrupulosos de los residuos de las sustancias desinfectantes en el propio equipo. Para ello, existen sistemas y herramientas específicas para la detección de las trazas indicadas en las instrucciones de uso y manejo de los equipos de diálisis.

La importancia de desinfectar las superficies externas

Por último, pero no menos importante, está la desinfección de las superficies externas del equipo. La limpieza rutinaria de la superficie del equipo y la correcta desinfección antes y después del tratamiento único es de primordial importancia para prevenir la aparición de infecciones en hemodiálisis. Además, dado que el monitor de diálisis se considera un dispositivo médico a todos los efectos, debe desinfectarse y esterilizarse adecuadamente, prestando atención también a los soportes de las cámaras y las conexiones de los transductores de presión.

La implementación de estos procedimientos ideales para una desinfección precisa destinada a proteger a los pacientes de hemodiálisis y mejorar la eficacia del tratamiento en sí mismo, permite reducir significativamente, si no eliminar, los riesgos de exposición a la contaminación en un entorno clínico.

Naturalmente, para implementar una desinfección segura y sin riesgos para el equipo, el operador y el paciente, los protocolos a seguir deben estar asociados a una cuidadosa verificación de los resultados. En particular, es recomendable controlar periódicamente la calidad del agua tratada. Además, la referencia a las directrices europeas en cuanto a estándares de calidad, protocolos a seguir y su frecuencia, puede garantizar una fuerte seguridad y eficacia de las fases de desinfección en un entorno clínico, particularmente en pacientes muy vulnerables, como en los casos mencionados de hemodiálisis.